viernes, 19 de agosto de 2011

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Busca el manillar de la puerta. ¡Ah!, gime quedamente. No quiere ser escuchado pero le resultó imposible contenerlo. Es el dolor indescifrable: todo el cuerpo pero sólo la espalda pero sólo la cabeza pero sólo las articulaciones. Abre la puerta sin muchos esfuerzos. Ya dentro del departamento se siente seguro, sin vecinos que puedan identificar su modelo, llamar a la policía, estar al tanto y decir que ese piso fue alquilado por una chica hermosa, humana, y no por ese droide de mierda.
Cierra la puerta tras él y corre a sentarse al sillón.
Emelia sale de la habitación y camina hasta la sala. Lo ha escuchado llegar.
¿Necesitas algo?, le pregunta en un susurro para que las delgadas paredes no lleven y traigan una conversación que no debe suceder.
Sí, responde el droide, un té de manzanilla, o de limón.
Emelia sonríe.
¿Lo conseguiste?
Lo conseguí, confirma él.
Ricardo modelo R está enfermo de gripa. Es el primero.

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