martes, 16 de agosto de 2011

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El joven abrió la puerta y la dejó entrar.
-Ya sé cómo llamarlo- le dice mientras con una navaja abre la piel de la espalda femenina.
Ella está ocupada controlando el dolor para preguntarle a qué se refiere.
Cada vez que intenta suicidarse, despierta en una sala de quirófano donde las herramientas no son médicas. No lo hagas de nuevo, dicen con una sonrisa, le dan un par de nalgadas y la dejan salir a la calle para hacer su trabajo otra vez.
-¿Seguro que no me despertarán esta vez?- pregunta ella cuando el dolor es soportable.
Él no responde. Desconecta el cable apropiado.
Ella se desploma.
-Eutanasia- dice él en voz alta, frente al cadáver.

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