miércoles, 28 de abril de 2010

Lectura en público

El día de hoy ocurrieron dos presentaciones del mismo libro. Furiosa sustancia de Roberto Fernández Iglesias es un libro que se planeó hace varios años y hasta este, que el gordo viaja a España, fue concluido. La primera presentación fue en la preparatoria Nezahualcóyotl de la UAEM, la prepa 2. Los alumnos ya habían leído el libro, por lo que la romería se convirtió en una tarde de complacencias. La segunda ocurrió en la Unidad Académica de la misma UAEM pero en Atlacomulco. El programa Cafés Literarios tunAstral-UAEM Atlacomulco duró trece años antes de su interrupción en 2009. Con la presentación de hoy se supone que reinicia. Sólo quería contextualizar un poco antes de llegar al punto: Roberto, hombre que a lo largo de su vida se ha granjeado varias enemistades, aprovechó la pregunta obligada en cada presentación ("¿cómo se inspira para hacer sus poesías?") para soltar su campaña personal, esa de que hay que pagar al escritor con dinero y no con estampitas o presentes. "Escribir es un trabajo que se realiza con conocimientos y que significa horas nalga", es más o menos lo que dice. Hasta este punto yo estoy totalmente de acuerdo con la postura de Roberto. Sobretodo porque las enemistades del Gordo Iglesias no son  necesariamente las mías. Sobretodo porque tengo bien clara una cosa: esa campaña debería beneficiar a todo el mundo, incluso aquellos que no son los cuates de #tunAstral. Comienza mi desacuerdo cuando en el discurso echa la culpa a las autoridades y a los gestores culturales. Aunque, para ser franco, sé que las autoridades y los gestores de la cultura son bastante culpables, la ausencia de crítica hacia el escritor que se presenta una y otra vez de a gratis es lo que me molesta. Es que este ejemplar, el escribano que dice sí tan pronto como le ofrecen una mesa y un micrófono, ha hecho más mal que bien a todo el mundo: al escritor que valora su trabajo, a la autoridad que no tiene un criterio estético y, sobretodo, al posible lector. Esto último en el sobreentendido de que las presentaciones literarias tengan como objetivo la génesis de espectadores de la lectura. Antes de continuar quiero dejar algo bien claro: no soporto leer mis textos en público. Para este mes de la lectura pude zafarme de al menos tres lecturas públicas. Sin embargo, para el viernes 23, el mero día del libro y de los derechos de autor, tuve que asistir a un acto. No pude negarme ante la insistencia de @porfirioh, presidente del #ctescritores. Un acto en el que se suponían involucrados la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario y el Ayuntamineto de Toluca. Lo que sucedió el viernes fue algo que dio vergüenza ajena y que subraya mi necesidad de no aceptar más de estas acciones. Ni siquiera quiero ahondar en algo que no vale la pena. ¿Por qué no me gusta leer en público? Primero: creo firmemente que la lectura en público debe ganarse ante el lector, no ante las autoridades o los cuates gestores culturales. Aun tengo un larguísimo trecho por recorrer con mis palabras escritas. Segundo: no me halaga que me hablen de la oficina de la Dirección de Servicios Culturales del IMC, ni de la coordinación de tal o cual lugar, ni de la oficina de la asociación civil más importante del Estado. Todo lo contrario, como dicen que decía Groucho Marx, desconfío de todos los clubes que me quieren como su agremiado. La tercera razón ya fue expuesta: desde hace mucho tiempo estoy convencido de que las lecturas en público o las presentaciones de libros no sirven para conseguir nuevos lectores (si este no es el objetivo, entonces que alguien me lo explique, porque yo no entiendo tanto gasto de recurso). Incluso creo que aleja a los posibles. Me quedo con la presentación de libro entre cuates, como algo íntimo, una fiesta. Que no sea público o rígido en sus formas. Pero ya escribí de esto en mi columna de El Ocotito del mes de abril. Luego les paso el post. Y en esto me diferencio de mi querido maestro Roberto Fernández Iglesias. Todavía cree, o sabe algo que yo no sé (seguro que es así), que esto funciona.
De cualquier manera, ya es noche, mañana continuaré con esta idea porque aún tengo cosas que concluir. Un abrazo de letras.

martes, 27 de abril de 2010

Atrapafantasmas/#Caleidoscopio.

A veces me da por ser tonto. No sé si la palabra sea la correcta. En inglés usan el goofy para describir esto. Suelo ser tonto en ese sentido (supongo que en los demás sentidos también). Ayer me puse a decir tonterías en el twitter, y verdaderamente me hizo sentir un poco mejor. ¡Cuánta libertad representa el twitter! Dije que quería atrapar fantasmas. Y ya, todo se dio. Comencé una sarta de palabrerías sin gran sentido. Me divertí un rato. Tuve respuestas de algunos amigos twitteros que siguieron con el juego. Seré atrapafantasmas. En una de ésas, le pedí a @pedrosandoval que me hiciera una canción de atrapafantasmas. Ser rió. Nos reímos.Y ya./ Hoy en la mañana tuve reunión de trabajo de #Caleidoscopio. No fue @pedrosandoval. Sólo @la_ramirez y yo, y Flor y Alfonso Sánchez Arteche. Eso significó la vuelta a la realidad. Y ya.

lunes, 26 de abril de 2010

Sin #Catorce/Sin FraPaGu/Sin vergüenza

Hace semanas que el #Catorce, mi auto rojo, está en el taller. Afortunadamente, el mecánico es uno de ésos seres humanos peculiares. No sólo aguanta y almacena a mi auto en su taller mecánico, sino que hasta le ve el lado bueno al asunto: así parece que siempre tengo chamba, me dice cada vez que lo encuentro en #CafeCollage, cada vez que le hablo o cada vez que nos carteamos por correo electrónico.  Porque a mi amigo mecánico le gusta el café y tiene una charla que se agradece. En algún otro momento debo hablar de él: Moisés Peña que, además de ser ingeniero hidráulico, está estudiando para ingeniero automotriz y letras hispanas en la UAEM. No sólo eso: le gusta escribir ficción, y cada día lo hace mejor. Creo que fue la última charla con él, y ver su avance en las letras (hace tres o cuatro años sus cuentos eran verdaderamente insufribles y kitch), lo que me ha permitido comprender que puedo regresar a escribir por placer. La ausencia del #Catorce en la cochera se traduce en un espacio en blanco que rara vez me molesta. No me importa no verlo ahí, fuera de casa, esperando a llevarme a algún lado o esperando, casi siempre, a que lo lave. No suele importarme esa ausencia cuando salgo al trabajo cada mañana. Tomar el camión suburbano, color blanco con verde, hasta es cómodo. La salida de mi casa se da cuando ya es tarde para muchas personas y es raro hallarme con aglomeraciones humanas. Tampoco me molesta su ausencia cuando ando por Toluca, navegando a pie las multifomes calles. Todo lo contrario, casi siempre agradezco la oportunidad de hacerlo. Y agradezco más no tener que buscar un lugar para estacionarme. El único momento que verdaderamente extraño al #Catorce es por las tardes, cuando debo regresar. A esa hora encuentro las aglomeraciones, los tránsitos, los calores acumulados. Mi ira se destapa. Debo dejar a @Areligarcia19 más temprano y no puedo llevarla hasta su casa. El regreso es largo y tedioso. Acaso es la mejor excusa para hacer lo que hace mucho debí hacer: mudarme a Toluca, ciudad de caricias y desplantes, tal y como me gustan. /Ayer en algún momento del día falleció Francisco Paniagua. FraPaGú. Paco Paniagua. Poeta. Vayan estas cortas palabras, escondidas en medio del texto, para enviar mis condolencias a su familia. Betania, la hija que más he tratado de este hombre, es una mujer productiva y bondadosa con sus creaciones. La tengo, como a su padre, en muy alta estima./Poseo otro blog. Mejor dicho es un vlog. Un Vi Log. Un video log. Video blog. Llevo más de tres semanas con un diario en video. No es público.  Pero esta es una confesión que nunca pensé hacer. Me grabo desde la web cam y digo mis pendejadas. Es divertido hacerlo. También es una forma de hacer el desnudo ridículo. No me animo aún a hacerlo público porque he visto otros video blogs y las dinámicas son muy distintas. Esto es lo que hago mal: a) soy muy pausado para hablar; b) tengo una dicción espantosa, pastosa; c) no opino, sólo cuento lo que hago; d) a veces se me olvida grabarlo cuando aún estoy vestido, y lo hago en ropa interior, ya acostado (una cosa verdaderamente horripilante). Hace rato grabé a #Raymondelcuyo para este video blog. Y ya, nada pasó.

De 2010-02-12

domingo, 25 de abril de 2010

Backache/solomillo/y tecolotes blancos en el cerro.

Qué complejo, me dije más de una vez, resulta tener un ritmo apropiado. No basta con la simple idea, me seguía diciendo, de trabajar en dos libros al mismo tiempo; un diario de campo, un blog, exige un titipuchal de tiempo del que no dispongo. Desde el principio fantaseé con la imagen romántica del escritor nocturno que, solitario en casa, se siente frente a la computadora y, café caliente y dona, escribe en su diario público las vicisitudes del día.  Esta imagen se complementa con  la posibilidad de que cualquier navegante del mundo se tope con estas palabras, aunque narcolépticas, y tal vez lea algo soso o emocionante sobre cómo vive su vida un tal Alejandro que, por el momento, escribe un libro de cuentos por el que le dan una beca y escribe otro libro por el que le dan un sueldo.
Las excusas y las imágenes se reacomodaron una y otra vez, para reconstruir razones por las cuales no cuelgo nada apropiado en un espacio que desde hace tiempo necesitaba tener. He estado leyendo los blogs de otras personas, y he aprendido a conocer a otros separados de mí en el espacio y, casi todos, en el tiempo. Lo verdaderamente complicado, después lo supe, no es el proveerse de tiempo para escribir en un blog. Pero ni siquiera eso sé, pues la excusa se ha modificado (aunque la imagen no). De la falta de tiempo pasé a darme cuenta que mis temas son harto rechazantes, cuando tengo un tema. Sé que todo lo que escribo son excusas y me quejo de que ando enfermo, que me siento enojado por la depresión o cansado y narcoléptico. Las palabras son negativas (narcolpesia es una palabra narcoléptica).
Al principio creí que quería este blog para hacer crítica cultural del Valle de Toluca y, ¿por qué no?, del país. Pero pronto me di cuenta de mi error. Mis necesidades no van por ahí. Quería hablar de mí y de lo que siento (la bronca es que todo lo que siento en los últimos meses, ya lo he contado, son la narcolepsia y la ira).
También he notado mi propensión a no concluir las ideas cuando escribo (como en este post), cosa que hace que lo que yo escriba sea incomprensible. O saltar de un tema y regresar al anterior. ¿Qué más da?
Ya sé a cuál es mi problema: no es la falta de tiempo o el eterno sueño. Es el famosísimo y mentadísimo miedo a mostrar cómo soy. Tal vez tengo miedo de darme cuenta que no sé quien soy, que no soy lo que debo ser. Que no debiera estar aquí sino en otro lado.


Lo que mantengo es esta imagen fantástica: la posibilidad de escribir y que las palabras se vayan al aire inmóvil pero inmenso de la red. De pasar a una inmortalidad que es alterna, finita y desechable. Hablo a la nada para que nadie me escuche, pero queda constancia de eso que digo.
Me siento a gusto de vuelta en mi blog. Mi diario de campo. Mis ganas de decir las cosas.

martes, 6 de abril de 2010

Campismo/Narcolepsia-Insomnio/#Caleidoscopio

Un amigo y yo nos fuimos de campamento los días finales de la semana pasada. Esto es algo que hacemos desde hace más de diecisiete años. Antes, por supuesto, más amigos compartíamos esta afición. De todos los amigos soy el único que no está casado. Y de todos los casados, sólo a Arturo le dan permiso de viajar de cuando en cuando. Y, no sobra decirlo, estos campamentos ni siquiera son anuales. La última vez que salimos fue a Casitas, en Veracruz, y creo que fue en el 2008. No importa. Este no es el tema de este post.
Han pasado ya más de siete días desde que regresé del campamento y apenas el día de hoy he logrado comprender que no acampé con la finalidad de descansar y evitar así uno de mis quiebres emocionales. En realidad, al salir de campamento lo único que logré fue acelerar el inicio de uno de mis lapsos depresivos. Debí saberlo desde el principio, pero, siempre pasa, no me di cuenta.
Montar la tienda de campaña y preparar los alimentos me generaron un cansancio exagerado. Como si hubiera corrido una maratón. Casi todo el tiempo deseé dormir. El segundo día de campamento salimos a caminar un poco. Fui yo quien pidió regresar a los pocos minutos. La excusa: debía trabajar en #Caleidoscopio. En realidad regresé a dormir. En realidad dormí durante los tres días. Quitar la tienda me hizo sentir como realizar un triatlón. El resto de las vacaciones se me fueron en excusas y en sentirme cansado, queriendo dormir o durmiendo. No trabajé en #Caleidoscopio, el libro del Colegio Mexiquense para la Biblioteca del Bicentenario que me han pedido, desde hace ya más de dos meses, que escriba. Tampoco ingresé a mis redes sociales (alguna cosa compartí desde el Reader, nada más). No respondí cartas. Puse un sólo post en este blog.
Luego de tanto dormir, anoche por fin tuve insomnio. ¿Ah? Nunca creí agradecer un insomnio.
Supongo que hasta el cuerpo se cansa de descansar.
Y pensé (asunto del ocio nocturno).
No he creado nada. Perdón, no he tenido producción personal de ninguna índole en los últimos meses. No he escrito un cuento (lo de #Herpetariocuentario no vale, ha sido a marchas forzadas, ha sido un tanto a regañadientes) (lo de #Caleidoscopio vale menos). Y otra vez, tan pronto como se abandona la sima de la depresión, tengo ganas de producir muchas cosas:
a) Quiero escribir hipercuentos.
b) Mejor aún, quiero, desde Letras de Toluca, coordinar la creación colectiva de una hipernovela de ciencia ficción.
c) Quiero escribir, producir, realizar cortometrajes de uno o dos minutos.
d) Quiero escribir, en un blog, una novela policíaca por entregas.
y e) Por supuesto, quiero hacer el trabajo por el que me pagan. Pero ya sin la presión de la ira que caracteriza mi depresión.
No sé cuánto dure en la cima depresiva. Cuánto, de todo esto, lleve a cabo. No lo sé. Sólo que, aunque tengo fecha límite de entrega y no he escrito nada, ya sé para qué me fui de campamento: para que todo esto sucediera, fuera identificado y concluyera más pronto. Hoy sé que la presión de entregar no importa tanto, he salido de la crisis. Y estar sano es maravilloso.

viernes, 2 de abril de 2010

hipocondria

                                                                 

Estoy ausente. No sólo de la red, del twitter, del face, de Letras de Toluca. Me ausenté del Valle, me fui al sur de campamento. Incluso en Tejupilco me ausenté de la amistad. Me ausenté del trabajo, no sólo el de #tunAstral, el de #Herpetariocuentario, el de #Caleidoscopio, el de #Ideosphérica. Estoy ausente de mi relación con la familia, incluso con @Areligarcia19. Ando ausente del cuerpo, de la mente. Ha regresado el dolor de espalda y he dormido doce, trece, catorce horas al día.
Apenas comienzo a comprender algo. Otra patología acaso. Otro síntoma de esta hipocondria.
Tengo sueño. Un chingo.