jueves, 22 de julio de 2010

El nuevo estudio

Ha ocurrido mucho desde la última vez que escribí algo en este blog. Y es que ha pasado mucho tiempo desde ese entonces. Baste decir que, sin haberlo planeado gran cosa, ahora estoy por fin en este nuevo departamento, que en primera instancia sería sólo un estudio, el lugar ideal para sentarme a escribir, entre otras cosas, los posts para este blog.  Permitan que lo cuente por partes.

El desenamoramiento
Por respeto a ella y por respeto a mi y por respeto a ustedes, lectores, no quiero dedicar muchas palabras a esto. De pronto me di cuenta que ya no amaba a esta pequeña mujer. Y era muy probable que ella tampoco se sintiera ya ilusionada conmigo. aunque en realidad no fue tan de pronto. Fue la falta de atenciones de ambas partes para con ambas partes, la falta de deseo y el hecho de que nunca se alimentó. Fue la culpa de ambos, pero me tocó lo más doloroso: luego de tomar la decisión la cité en el café de su preferencia y le dije así, sin mucho preámbulo, que prefería terminar con la relación. Ella sonrió y me dijo que lo sabía, que si no hubiera sido yo lo habría hecho ella, y solo me dijo sorprendida que no esperaba fuera tan rápido. Para mí no lo fue . Lo alargué demasiado, lo alargué como se alargan esas decisiones que causan culpa. Le deseo lo mejor a esta mujer, como se lo he deseado a parejas anteriores.

El enamoramiento
Por supuesto, tan pronto como la vi salir del café, marqué al mejor amigo de los ultimos tiempos. Los que me conocen en persona y los que me han leído por este medio o por tuiter saben quién es ese mejor amigo de los últimos tiempos. Y le dije lo mal que me sentía. Lo vi a los minutos en ese otro café que era el preferido de él en aquellos momentos. Allí estaba su chica. Entre los dos planearon una de esas salidas relámpago que ellos saben planear. El geocaching, debo decirlo, puede ser muy divertido y sorpresivo.
En ciudad de México fue. Yo invité a mi otro mejor amigo, pero no el más reciente, sino el de los tiempos más viejos. Los que me leen por tuiter o por este medio e incluso los que me conocen pueden no tener idea de lo importante que es para mí Arturo. Ellos invitaron a otros amigos, pero sólo llegó una de ellas: Tania.
Tania y yo nos conocíamos de antes, aunque ahora, luego de haber vivido los últimos dos meses en su compañía, nos hemos preguntado una y otra vez cuándo nos conocimos. Ninguno lo recuerda. Sólo suponemos que fue Ernesto o fue Itzel, o fueron ambos, quien nos presentó. Sólo recordamos aquel día en Valle de Bravo, durante la más reciente edición del Festival de las Almas, en que nos coqueteamos sin llegar a ningún lado, porque yo tenía una relación y los que me conocen y los que no me conocen suelen sorprenderse de esta incapacidad mía por la infidelidad. También recordamos Tania y yo aquella no planeada reunión en casa de Lorena, Lumbrales, donde nos vimos a los ojos como se pueden ver a los ojos quienes se gustan. Recordamos otras cosas Tania y yo, pero no son tan narrables.
Y esa noche, en ciudad de México, Tania y yo.
Tania me atrae por muchas razones. Me gusta, claro. Es emprendedora y es talentosa y tiene sus ideas y ha hecho su vida como ha querido, con o sin trabas. Tiene planes y sueños y energía para llevarlos a cabo. Y le gusto y me quiere.

Las otras decisiones
Han pasado ya dos meses desde ese día. Han pasado otras cosas. El valor de la primera decisión me ha permitido tomar otras. Le pedí que fuera mi novia. Esto nadie lo sabe. Era de noche y veíamos Metepec desde la iglesia del Calvario. Fumábamos. Recibí una llamada de mi madre y le dije que estaba con mi amiga Tania. No sé por qué pero me dolió decirle así. Colgué y le pedí que fuera mi novia. Dijo que sí. Fue un asunto preparatoriano. Fue lindo, importante. Sobretodo lo último.
Tomé la decisión de rentar un departamento para que fuera mi estudio. Para no tener que ir todos los días hasta Chapultepec y hacer casi una hora de trayecto y luego comer algo y caer vencido por el sueño de mi narcolepsia.
Con la renta del departamento vinieron otras cosas. Extrañas algunas. La familia de ella me aceptó de inmediato, y cuando se enteraron del nuevo departamento, el estudio para escribir, le propusieron a Tania que se viniera a vivir conmigo. Fue su padre quien manejó la camioneta que trajo hasta la nueva cocina la estufa que Tania había recibido como regalo de su abuelita. Fue su madre quien me regaló tres plantas, una de ellas es una hoja elegante, mi planta favorita de todos los tiempos. Tania compró el escritorio y la silla giratoria donde ahora escribo estas líneas.
Mi familia ha tenido una reacción similar. Les cayó bien desde el primer día. Cuando les dije que tenía ya un departamento apalabrado para que fuera mi estudio, mi madre sacó un paquete de ollas y se las dio a Tania. Porque le daba mucho gusto que ya reiniciara mi vida. De la ferretería, el negocio de la familia, mi padre sacó algunos aditamentos para que yo hiciera arreglos mínimos necesarios para el nuevo departamento, mi estudio.
Ninguna de las familias ha tomado en cuenta que Tania y yo llevamos dos meses juntos. Nada más. Y que los planes de ambos sí parten de una tranquilidad básica para formar una relación estable.
Estoy contento con esta relación. Mucho. Estoy enamorado.
Ya compramos una cama y ya hemos pasado algunas noches aquí, los dos. Ya funciona el calentador de agua y nos hemos bañado. Ya tenemos trastos que hemos comprado o que nos han dado. Hay tres sillas en la estancia y una caja que hace las veces de mesa de centro. Ya hay ceniceros por todo el lugar. Ya colgué las cortinas y ya puedo andar desnudo por todo el espacio, sin avergonzarme por las adiposidades. Ayer, en el supermercado, compré un minidesayunador para dos personas que cabe perfectamente en la cocina. También compré el shampoo, el acondicionador, el jabón, pasta de dientes y papel de baño.
Faltan otras cosas. No tengo ropero ni clóset, y la verdad pienso comprar una cajonera de cartón. De casa de mis padres me traeré un ráquet improvisado con tubos galvanizados para colgar mi ropa. Falta un refrigerador y, según mi hermanita, me falta una televisión. Según yo, me falta más el Internet.
Seré yo quien se venga primero a vivir a este lugar de manera permanente. La decisión del departamento fue mía y Tania lo que ha hecho es apoyarme. Ella llegará aquí en otro momento, cuando lo considere pertinente. La estaré esperando. Mientras, de cuando en cuando, despertaremos juntos.
Tengo pendientes. Tengo que concluir con el proyecto de la beca del Centro Toluqueño de Escritores. Tengo que escribir los dos o tres guiones semanales, las cápsulas culturales, del programa de Televisión Mexiquense. También debo terminar el libro que prometí a tunAstral. Además quiero escribir algunos cuentos sueltos, tengo varias ideas.  Por lo que puedo ver en estos momentos, eso ya no será tan difícil. El estudio es, de verdad, el lugar ideal para hacerlo.